Una anecdota de Ignacio Corsini en Pergamino
Un fan le pide una foto y el Caballero Cantor le brinda una ayuda
Sabida es la generosidad que Ignacio Corsini tenía con los fans, a quienes nunca les negaba una foto ni un apretón de manos. Aun retirado de la actividad artística en su domicilio de la calle Otamendi de la Ciudad de Buenos Aires, siempre tuvo cordial trato para quienes se acercaban a saludarlo y solicitarle un autógrafo. Incluso en algunos de los comercios del barrio donde vivía, podían verse todavía hasta hace algún tiempo retratos autografiados que habían sido obsequiados por Don Ignacio a sus propietarios, quienes orgullosos los exhibían a la vista de los clientes.
Otra faceta absolutamente desconocida de la generosidad de Corsini se mostraba especialmente cuando viajaba por el interior del pais. Se sabe que el Caballero Cantor, visitaba en secreto a los asilos y orfanatorios durante sus giras para prestar colaboración a dichas instituciones y saludar a los pequeños huerfanos. Nunca dió publicidad a dichas visitas, las que realizaba en el mayor de los silencios y con el perfil bajo que siempre lo caracterizó. Todo un gesto de sensibilidad y nobleza.
La anécdota de marras ocurrió en la ciudad de Pergamino durante una de sus giras y fue narrada por Enrique Maciel, fiel amigo y guitarrista de Corsini, luego del retiro de la actividad artistica del Caballero Cantor.
La anécdota de marras ocurrió en la ciudad de Pergamino durante una de sus giras y fue narrada por Enrique Maciel, fiel amigo y guitarrista de Corsini, luego del retiro de la actividad artistica del Caballero Cantor.
Dejemos que Maciel nos cuente los detalles de esta anécdota que tiene un remate por demás pintoresco:
"Una vez en Pergamino mientras actuaba Corsini, se hacía ostensiblemente entusiasta un admirador de Ignacio. Aplaudía por cien y luego de cada número lo vivaba con toda la fuerza de sus pulmones.
- Che, Maciel ¿Quién es ese pibe?
- Un admirador.
- Macanudo, ¿eh?
Terminó la función -prosigue Maciel- y el muchacho que así lo había aplaudido lo alcanzó cuando el auto iba a arrancar.
- Don Ignacio... ¿no me va a firmar una foto?
Corsini lo miró. Era un muchachito pobre, con el traje raido. Humilde, muy humilde. Y entonces... sucedio una cosa que aun me emociona -relata Maciel-
- Mirá muchacho -le dice Ignacio-. No tengo una foto... así que te voy a firmar un papel...
- ¡Como no!
- Y Corsini, en un billete de cincuenta pesos, puso su firma. Se lo entregó y nos fuimos. Inmediatamente las voces del muchacho llegaban con toda claridad:
- ¡Corsiniiiii gracias.... graciaaaaasss ... !!
En aquellos tiempos cincuenta pesos era en verdad una suma bastante considerable. Nos preguntamos si el muchacho habrá conservado aquel autógrafo estampado por el Caballero Cantor en tan inusual "papel".
Agradecemos a Evangelina Tejedor, amiga del blog, quien nos hizo llegar la anécdota que publicamos.