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miércoles, 10 de febrero de 2010

Reportaje a Ignacio Corsini a seis años de su retiro

El caballero cantor concede un reportaje que se publica el 3 de junio de 1954

En el año 1954, se publica una nota con un reportaje a Ignacio Corsini en la revista "La cumparsita". La nota, interesante de por sí porque contiene afirmaciones vertidas por el propio Corsini, contiene además algunas fotos muy poco vistas, aunque lamentablemente demasiado retocadas.

Sin perjuicio de que la nota viene de primera mano, el reportaje contiene muchas inexactitudes. Algunas de ellas debidas al recuerdo de Corsini de hechos que habían transcurrido muchos años atrás, otros tal vez cometidos deliberadamente y algunos mas debidos a la pluma del cronista.

Entre los "errores "que mas llaman la atención, se encuentra el lugar de nacimiento del Caballero Cantor. En efecto señala que fue en "Boedo, entre Venezuela y Belgrano", cuando en realidad había nacido en Italia. Es posible que así lo haya señalado para no dar a conocer que había nacido en el extranjero, aunque en su edad adulta había obtenido la ciudadanía argentina. Resulta muy llamativo que el lugar que indica corresponde al barrio en que pasó parte de su infancia y juventud, lugar donde de alguna manera podría afirmarse que en verdad "nació" como artista. Por otra parte debemos recordar que Ignacio Corsini siempre se sintió profundamente argentino. Lo dicho quizá explique el porque de su manifestación respecto al lugar de su nacimiento.

Otra situación que no aparece demasiado clara es el hecho de que Corsini señala que cuando se traslado para trabajar como peón en una estancia de Carlos Tejedor (Provincia de Buenos Aires), lo hizo con sus padres. Bien puede haber sido un error del cronista. Se sabe que Ignacio Corsini se traslado sin la compañía de familiar alguno a la estancia de Carlos Tejedor. Por otra parte, no conoció a su padre. Sin embargo seguramente debe ser cierto que sintió una enorme pena al ser trasladado con solo doce años de edad (1902) al campo lejos de todo lo que conocía, así como su recuerdo a una figura muy importante de su infancia, el "negro" Domingo, que fue quien le enseñó las primeras canciones criollas y a pulsar la guitarra.

Respecto de sus primeros años luego del retorno de Carlos Tejedor, señala en varias oportunidades las dificultades para poder sobrevivír en la Buenos Aires del Centenario, haciendo hincapié a la "falta de recursos y de medios", y la necesidad de desempeñarse en todo tipo de tareas para poder vivir. Se sabe que realizó tareas de albañilería como frentista, por aquellos tiempos en que los frentes de las casas eran decorados con profusión de molduras y otros ornamentos.

Deja ver en sus palabras el enorme esfuerzo que debió realizar para poder llegar al lugar de privilegio que ocupó como cantor nacional.

Respecto de la filmografía de Ignacio Corsini, se omiten sus intervenciones en la era del cine mudo y la realización de la película "Rapsodia gaucha", y se incurre en errores cronológicos que lamentablemente son propios de este tipo de reportajes.

En relación a su carrera como cantor, si bien ya había obtenido gran éxito antes de 1929, deja entrever claramente que, en lo que a cuestión de popularidad masiva se refiere, hubo en su carrera un "antes y un despues" a partir del estreno de "La pulpera de Santa Lucía".

El principe de la canciòn. Figura inolvidable

Existió una época, llamada de Oro, en que tres grandes figuras de nuestro cancionero ponían la prestancia de su fibra, de su personalidad insdiscutida y de sus dotes personales, recia, identificable en cuanto el oyente se ponía en contacto con sus voces: fueron ellos Carlos Gardel, Agustín Magaldi e Ignacio Corsini.
Las tres han quedado ya en el cielo de las estrellas fijas, que a través del tiempo seguirán regulgiendo como en el primer instante. Dos de ellas, desaparecidas, pero la tercera, encarnada en Ignacio Corsini, aún sigue poniendo la nota de recordaciòn y de brillo en el mundo artìstico y en la emociòn de nuestro cancionero popular.
En el tiempo en que el popular cantor difundìa con su voz caracterìstica y personal "La pulpera de Santa Lucía", no todo era fácil para los que deseaban la fama, para los que en busca del triunfo, ponían su mejor empeño en hacer de su arte el medio de llegar al corazón del pueblo. Sin embargo, Ignacio Corsini, con su voz llena de ensoñación y emotivo tono, consiguió bien pronto colocarse en lugar de privilegio.


Hablamos con Corsini

Para mejor llegar a una comprensión sobre la trayectoria de la vida del popular cantor, nada mejor que hacerlo hablar a él mismo, para lo cual lo entrevistamos.

-¿Dónde nació usted, Ignacio... ? - Le preguntamos

- En un barrio que en aquel entonces daba figuras de mucho renombre, y desde donde salieron luego otras muchas más que pusieron oro a las pàginas de nuestro cancionero. Nací en Boedo, entre Belgrano y Venezuela.
- Tiempos difìciles aquellos ¿verdad...?

- Si; para los que debían ganarse la vida en el mundo del arte, no era nada fácil hacerlo. Los medios eran limitados y el campo de acción restringido. Allí aprendí a querer lo nuestro, escuchando los mejores cantores y payadores de la época. recuerdo que en los boliches de la zona, recalaban lo mejorcito que existía, y a mí se me hacía agua la boca oyéndolos expresar en un canto la maravilla de nuestro cancionero,

- Y luego... ¿Comenzó de inmediato a actuar...?

- No, por cierto. A los doce años mis padres se instalaron en la localidad de Carlos Tejedor. CUando salimos para allá fué como si me hubieran arrancado un cacho de alma. Solamente el pensar que debía abandonar los lugares donde podía estar cerca de los cantores, ya me producía pena...

- Sin embargo sabemos que en Carlos Tejedor, fué donde dió los primeros pasos en el camino del éxito...

- Tanto como eso no. Pero sí fué donde pude ponerme en contacto con lo que tanto quería: las canciones. Un paisano, llamado Domingo, los días que no trabajábamos, me enseñó a tocar la guitarra. El lo hacía con cierta habilidad, y lo que le faltaba de conocimiento, lo ponía en sentimiento. Con el aprendí las primeras canciones. Eran estilos que nunca olvidaré...

- Eso quiere decir que no había olvidado su primera idea, de llegar un día a ser un nuevo cantor en el mundo de los cantores...

- En efecto... - rememora Corsini-. Creo que ya llevaba en mí bien definida la vocación, y que sólo necesitaba el momento y la oportunidad para expresarla... Cuando regresamos, ya estaba dispuesto a no abandonar jamás mi inclinación...

- ¿Actuó en seguida...? - Interrogamos.

- No; los medios de vida eran escasos en aquel entonces y debí dedicarme a ganarme la vida trabajando en lo que caía. Creo que eso también contribuyó a que fuera formándome una mejor visión de lo que era la vida, y al mismo tiempo a querer más y más la emoción del pueblo.

Nota del blog: En la fotografía de la derecha, se ve a Ignacio corsini, acompañado de sus guitarristas Armando Pages, Rosendo Pesoa y Enrique Maciel, en los estudios de Max Glülcksmann, frente al micrófono de la sala de grabación, frente al cual, entre otros, cantaron Carlos Gardel, Mario Pardo, el dúo Ruiz-Acuña, etc. La fotografía podría ser datada aproximadamente alrededor de 1930, y fue tomada en los estudios que Max Glücksmann había habilitado en los altos del Cine Teatro Grand Splendid, ubicado en Santa Fé y Callao. Recordamos que el edificio del Grand Splendid, fue inaugurado en 1919 y contaba con una imponente sala con cuatro hileras de palcos y una platea para 500 personas.

Epoca de circo glorioso

La suerte dió un golpe de timón al destino de Ignacio Corsini. Ya en la Capital Federal, comenzó su noviazgo con quien luego fuera su esposa mejor compañera, la hija del famoso actor circense Pacheco. Corsini era joven pero lleno de entusiasmo. Sabía, por un oscuro presentimiento, que habría de llegar a la meta de su destino. Y eso comenzó una noche en que su futuro suegro, en ese entonces, debía trabajar en el circo de don Pepe Podestá, reemplazando a Huberto Zurlo, Corsini fue también para acompañarlo, y en el camarín se largó a cantar para entretener el momento. Una voz le interrumpió. Era don Pepe Podesta, que le decía:

- A ver, che...; cantá de nuevo...

Ignacio Corsini, un poco emocionado, repitió sus canciones, y al finalizar le dijo don Pepe:

- ¿Querés cantar en las fiestas gauchas de la obra...? Estamos haciendo "Martín Fierro" y vos podés trabajar...

Con un nudo en la garganta de pura emoción, Ignacio Corsini dijo que si. Precisamente era lo que estaba esperando. Un lugar desde donde hacer valer sus méritos. Y así empezó. Corriá el año 1910, y desde entonces la voz de Corsini sigue poniendo su nota personal y recia en el cancionero autóctono.
El mismo corsini reanuda el hilo de los recuerdos.

- Vuelvo a repetir que no era nada fácil entonces lograr que el público se fijara en uno, aparte de que los medios eran precarios.

- ¿Comenzó a trabajar en el circo...?

- Sí; comencé a trabajar de galçan en los viejos romances teatrales que vivían bajo la lona del circo. Lo hice hasta que comenzó a declinar la estrella del mundo circense y desaparecieron los dramas del picadero. Trabajé, empero desde el año 1910 al 1920, pasando desde el circo de don Pepe Podestá al Casano y otros muchos de entonces.


Amigo de Gardel
Como no podía ser menos, Ignacio Corsini fué gran amigo de Carlos Gardel. El Morocho del Abasto se contó entre los mejores amigos que tuco y de él tiene recuerdos inolvidables.

- A Carlitos lo conocí en el año 1913, allá en Bahía Blanca, y desde entonces nuestra amistad jamás decayó. Por el contrario cada uno de nosotros estuvo siempre pronto para acudir en ayuda del que necesitara algo. Con Gardel procuramos siempre colocar a nuestro cancionero por encima de todos los intereses y por cierto que puedo asegurar que luchamos bastante para lograrlo.

- Al abandonar la vida del circo, ¿que hizo...?

- Entré a trabajar con la compañía de Pepe Ratti. Estaban representando en el teatro Apolo "Nido de cóndores". Trabajé de galán joven de la compañía. Mi actuación en el circo me había dado aplomo y experiencia. Pero no fué hasta dos años despúes que comenzó mi verdadera ascención en el camino del éxito. Estrené en aquel entonces, en la misma sala y con la misma compañía el tanto "Patotero sentimental". Fué un suceso y don Mauricio Godard me llevó a grabar a la firma de los discos Nacional.


Surge como cantor

Tanto trabajo y tantos sacrificios, denían dar sus frutos. No en vano Ignacio había estado tantos años batallando en la brecha para abrirse camino. Pese a que aún seguía desempeñándose como actor al frente de las compañías de la época, era evidente que su mundo y su verdadera personalidad estaba en la canción. Solamente faltaba el trampolín para dar el salto, y eso llegó con una canción que llegó a cobrar inmensa popularidad. Corsini, nos dice:

- Se abrió definitivamente mi camino con la pieza de Blomberg y Maciel "La pulpera de Santa Lucía", junto con "La mazorquera de Montserrat".

En esa parte de los recuerdos de Corsini, aún está fresco en nuestra memoria el éxito de ambas complsiciones, que en sus grabaciones se vendieron en cifras fabulosas tanto en nuestra capital como en el Uruguay y en otros paises.

Ya estaba consolidada la fama de Corsini. Su recia personalidad había logrado imponerse en el difícil mundo del arte y hacer brecha en la opinión popular, para constituirse indiscutiblemente en una de las primeras figuras mas cotizadas de nuestro cancionero.

- ¿Que hizo a partir de entonces? - queremos saber.

- Ah, desde ese momento comenzó una verdadera vida de trabajo. Posiblemente más labor que nunca, pero ya tenía la satisfacción de ver que no era en vano todo lo que luchaba. Desde ese salto, comenzaron a llegar las propuestas para actuar en un sitio y otro. Empresarios que dos o tres meses anter ni siquiera se hubieran dignado a escuchar mis propuestas de actuar para ellos, llegaban solos a proponerme negocios.

- ¿Hizo giras...?

- Por cierto. Aunque hubiera podido quedarme en la Capital ilimitadamente para dar umplimiento a los contratos que tenía, no por eso dejé de lado el irme por el interior. Sabía que mucho público quería verme y con ellos tenía un compromiso moral que cumplí todas las veces que pude. Y por cierto que siempre regresé más contento, comprobando que mi público me rodeaba de cariño y atenciones.

Ingresa en el cine

Nuestro séptimo arte, en el año 1930 estaba aún en pañales. Daba los primeros pasos para tratar de constituirse en un medio de eficiencia en el concierto de las películas mundiales. Para ese entonces necesitaba ampararse en figuras de renombre, que lograran concitar la atención del pueblo.


Y para ello, nada mejor que valerse de los mas altos exponentes de nuestro cancionero, entre los que se contaba Ignacio Corsini. A él, pues se recurrió, para que animara una de las películas de entonces. Debutó en el cine con "Idolos de la radio". La producción, exceptuando la labor de Corsini, era una muestra pobre del cine nuestro, pero con eso quedaba fijado el primer jalón por donde llegaría a ser lo que es hoy.

Seguidamente animó "Fortín alto", donde ya podía verse una mejora en la calidad de la presentación. Pero si bien la película en sí no era lo que debía, el trabajo interpretativo de Corsini estaba a la altura de su personalidad, y con ello consiguió un nuevo galardón en su vida artística. Ya había quienes pensaban en él cuando debían montar un espectáculo de jerarquía. Tal cosa ocurrió con Francisco Canaro, cuando en 1934, en el hoy desaparecido Teatro Sarmiento presentó la obra musical "La canción de los barrios". Con respecto a eso, nos dice Corsini:


- En esa obra interpreté el vals "Un jardín de ilusión" y el tnago "Yo no se por qué te quiero", que en seguida cobraron rápida popularidad. recuerdo que actuaban también Alicia Vignoli, Francisco Charmiello, Climent, Héctor Calcagno, Margarita Padín y el entonces cantor de Pirincho, Ernesto Famá. Hicimos una buena temporada y creo que fué allí donde pude respirar tranquilo en lo que concierne a mi porveir, ya que el público demostró en todo momento tenerme simpatía y no olvidarme...


Príncipe de la canción

No se había equivocado Corsini al decir que su público ya no lo olvidaría y que lo seguía fielmente por ser uno de los mejores exponentes de nuestro cancionero popular. La confirmación de su pálpito la tuvo un año después, por intermedio de un concurso organizado por una revista porteña. Se trataba de elegir por voto al "Príncipe de la canción". Comenzaron a llover las cédulas apoyando el nombre de Ignacio Corsini como el candidato más firma para el título. Y cuando se dió por finalizado el concurso, con el recuento se confirmó que había ganado por una amplia mayoría. El público adicto se había volcado por el nombre del cantor que representaba lo mejor que existía: Ignacio Corsini.

La vida del conocido cantor se multiplicó para dar cumplimiento a los diversos contratos que le llovían. Cine, radio, giras, confiterías...; las salas más cotizadas de la capital, del interior y de los países vecinos querían contarlo entre sus números de sólida atracción, ya que el solo anuncio de su presentación ya era motivo de interés.

Es curioso hacer notar que existió siempre una particularidad en el éxito de Ignacio Corsini. Desde el primer instante que se volcó en el camino del arte, siempre logró una corriente de simpatía en su torno. Es verdad que en los comienzos cuando se defendía desde la arena del circo de don Pepe Podestá, no lograba salir de la pequeña esfera de popularidad restringida, limitada en el mundo de los que acudían a los espectáculos circences. Pero siempre su nombre iba quedando impreso en el recuerdo. Se afirmó esta característica cuando ya levantó la proa y pasó al teatro con Ratti, para afirmarse con Canaro y su posterior actuación.


Nota del blog: El epígrafe de la fotografía dice "Año 1936: la revista El Suplemento, organiza un concurso en el que votó el público de todo el país y que duró un año y medio, a través de ese certamen se consagró Principe de la Canción a Ignacio Corsini. La nota (gráfica) dice de la entrega de un premio con ese motivo por parte del señor Campos, director de esa publicación.


Corsini de hoy


El Ignacio Corsini de hoy sigue siendo el mismo entusiasta Corsini de siempre. Si bien se retiró de la actividad artística en el año 1949, aún sigue recorriendo los viejos lugares de sus mejores éxitos y cultivando sus amistades como siempre.

Ahora, cubierto de gloria y rodeado del cariño de millares de admiradores que no lo olvidan, ya acogido a la jubilación, repasa el mundo de sus recuerdos y está "siempre pronto a reeditar un éxito más, aunque sea en la intimidad de una fiesta familiar".

El año 1891 vió nacer a Ignacio Corsini, y desde entonces acá, a fuerza de lucha, con la base de su personalidad, su capacidad de trabajo y el tesón de una voluntad inquebrantable, fué dejando recuerdos en su camino hasta llegar a formar un solo recuerdo en el corazón de todos, porque el nombre de Ignacio Corsini, que tanto brillo dió a nuestro cancionero, jamás dejó de brillar con luces propias. Ni aún ahora, que vive retirado del arte, sino que por el contrario, sigue firme en el recuerdo del pueblo que lo estima y lo aplaude, ratificándolo ahora, con la reedición de las grabaciones del popular cantor, y cuando puede brindarle personalmente su aplauso así lo hace, porque sabe que está frente a un digno y entero artista, merecedor de su mejor reconocimiento.




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